Salmo 79

¿Qué está pasando?

Israel es culpable de gran maldad e infidelidad. Como consecuencia, Dios envió a Babilonia a destruir la capital y el templo de Israel (Salmo 79:1). Pero Babilonia masacró a los habitantes de Jerusalén y dejó que los animales salvajes se llevaran sus cuerpos (Salmos 79:2). No quedan suficientes supervivientes para enterrar a los muertos (Salmo 79:3). Cuando el salmista Asaf ve que la sangre se acumula en las calles, se da cuenta de que su casa no solo ha sido destruida, sino que también ha sido humillada. Jerusalén es el hazmerreír y el mundo se burla de Israel por confiar siempre en que Dios lo protegerá de cualquier daño (Salmo 79:4).

Desesperado por encontrar alivio, Asaf le pregunta a Dios cuánto tiempo durará su ira contra Israel (Salmo 79:5). Después de todo, no son los únicos culpables. Las naciones que los han aniquilado han sido despiadadas y crueles, y también merecen ser juzgadas por sus atrocidades. Pero lo que es más importante, Asaf le recuerda a Dios que Israel no es solo otra nación, sino los descendientes de Jacob (Salmo 79:6-7). Dios hizo una promesa inquebrantable a su antepasado Jacob de que se le daría una nación que bendeciría al mundo (Génesis 35:10-12). Asaf sabe que, incluso si Israel es culpable, Dios no siempre puede estar enojado con las mismas personas a las que ha prometido usar para el bien del mundo.

Así que Asaf pide misericordia (Salmo 79:8). Le ruega a Dios que salve a su pueblo y lo perdone. Y ruega que las naciones que han celebrado su destrucción sepan que Dios no ha abandonado a su pueblo (Salmo 79:9). Asaf quiere que Dios vengue la sangre que Babilonia ha derramado. Quiere que Dios rompa las rejas que encierran a los prisioneros de guerra de Israel y devuelva siete veces el odio que el pueblo prometido por Dios ha sufrido (Salmo 79:10-12). Asaf promete que si Dios demuestra que es su Dios rescatándolos, el pueblo de Dios lo alabará para siempre (Salmo 79:13).

¿Dónde está el Evangelio?

Cuando pensamos en la venganza de manera positiva, pensamos en vengar a los inocentes e impotentes contra los culpables y los poderosos. Pero Asaf admite fácilmente que Israel es culpable. Su destrucción era merecida. Sin embargo, le pide a Dios que se vengue por la promesa inquebrantable que Dios hizo de bendecir al mundo a través de Jacob y sus descendientes (Salmo 79:6-7). Este es el tipo de oración que todos necesitamos. Si la inocencia es la única manera de tener derecho a la justicia, nunca la obtendríamos. Necesitamos canciones como esta que admitan la culpabilidad, pidan perdón y exijan justicia al mismo tiempo. Y, en última instancia, necesitamos a Jesús.

Jesús es el último descendiente de Jacob y el único que puede garantizar la promesa inquebrantable de Dios (Mateo 1:1-16). Con su muerte en la cruz, Jesús respondió a la oración de Asaf para perdonar los pecados de Israel. Dios nunca más destruiría a su pueblo porque Jesús fue destruido en lugar de su pueblo culpable (Romanos 3:25). Como Jesús ha asegurado un camino para que todos los culpables sean perdonados, eso significa que incluso los ejércitos extranjeros culpables de atrocidades pueden ser perdonados (Romanos 11:17). Todas las personas pueden ser perdonadas y bendecidas con la muerte de Jesús, lo que significa que la promesa de Dios a Jacob se ha hecho realidad.

Pero esta es solo una de las formas en que Jesús venga la sangre derramada por los crueles y poderosos. Cuando Jesús murió por su pueblo, demostró que, si bien la misericordia de Dios cubre la tierra, Dios no perdona a los culpables. Se vengará, aun cuando le cueste mucho (Éxodo 34:7). La muerte de Jesús es una prueba de que habrá un último día de venganza contra todos aquellos que dañan, hieren y oprimen al pueblo de Dios. Si Dios ha vengado voluntariamente la maldad de los demás en sí mismo, eso significa que sin duda vengará a quienes sigan haciendo daño al pueblo de Dios. Así que, como Asaf, ora por el perdón de Dios y espera con esperanza la inevitable justicia de Dios (Romanos 12:19-21).

Compruébelo usted mismo

Rezo para que el Espíritu Santo abra tus ojos para ver al Dios que es justo y misericordioso. Y que veas a Jesús como el que hace que la justicia de Dios y la misericordia de Dios converjan en la cruz.