Salmo 48

¿Qué está pasando?

El salmo 48 es una canción para los peregrinos que viajan a Jerusalén y quieren experimentar a Dios. Al acercarse a la ciudad, ven el poder y el esplendor de Dios en la arquitectura de la ciudad (Salmo 48:1). Sus numerosas torres, imponentes murallas y ciudadelas hacen que Jerusalén parezca impenetrable e invencible (Salmo 48:12-13). Hace que los peregrinos de Dios celebren el poder de Dios y se relajen con la alegría de estar protegidos de manera invencible (Salmo 48:1-3).

A pesar de esta invencibilidad, los enemigos se unen para atacar la ciudad de Dios. Pero tan pronto como la ven, quedan mudos de terror (Salmo 48:4-5). Las ciudadelas de Dios se elevan sobre ellos. El solo hecho de ver los imponentes edificios defensivos de Dios parece un ataque sin cuartel. La presencia de Dios en su ciudad los paraliza y los destruye sin que Dios ni siquiera coja una espada. Una mirada a Jerusalén los destruye como barcos que naufragan en el mar (Salmo 48:6-7). Con un Dios como este, los ciudadanos de la ciudad de Dios seguramente estarán seguros para siempre (Salmo 48:8).

Cuando los peregrinos finalmente entran en el corazón de la ciudad, un templo les da la bienvenida para que experimenten no el poder de Dios para destruir, sino el corazón de Dios. Dentro del templo, la presencia amorosa de Dios habita con su pueblo. Ven la pureza moral de Dios, meditan en su amor, disfrutan de su misericordia, se deleitan en su sabiduría y experimentan su gloria (Salmo 48:9-10).

Luego, el salmista invita a sus lectores a ser como los peregrinos que ha descrito: a venir y ver de primera mano el poder y la belleza de Dios en exhibición porque su ciudad montañosa espera ser explorada (Salmo 48:12-13). Y como un buen guía, Dios dará la bienvenida a los peregrinos de todas las generaciones para que vean y experimenten su gloria y su ciudad para siempre (Salmo 48:14).

¿Dónde está el Evangelio?

En el libro de Apocalipsis, se invita a otro peregrino, el apóstol Juan, a venir y considerar una Nueva Jerusalén. Pero justo antes de que Juan contemplara la hermosa vista, los enemigos de Dios se unen para sitiar la ciudad de Dios. Pero al igual que en este salmo, son derrotados y destruidos por completo (Apocalipsis 20:9). Dios hace que no puedan acercarse a las puertas de la ciudad, pero recibe a Juan con los brazos abiertos. Al igual que la primera Jerusalén, sus medidas, muros, puertas, cimientos, oro y joyas hablan de la belleza, la justicia y la protección de Dios (Apocalipsis 21:12-21).

Pero a diferencia de la antigua Jerusalén, esta nueva Jerusalén carece de un templo donde los peregrinos puedan entrar en la presencia de Dios y experimentar su amor. Esto se debe a que Jesús es el templo de la Nueva Jerusalén (Apocalipsis 21:22). ¡En el centro de la Nueva Jerusalén no hay un edificio, sino Dios mismo esperando ser explorado! Y como ciudadanos de esta nueva ciudad, tendremos el privilegio de considerar de primera mano cada faceta del corazón de Dios (Colosenses 1:15). Toda la belleza y la fuerza de Dios brillan en todo el resplandor de Jesús (Hebreos 1:3). Jesús es la justicia de Dios, el amor de Dios, la misericordia de Dios, la sabiduría de Dios, el poder de Dios y la gloria de Dios (2 Corintios 5:21; Romanos 5:8; Tito 3:4-5; 1 Corintios 1:24; Juan 1:14). Y podremos explorarlo y disfrutarlo para siempre.

Compruébelo usted mismo

Rezo para que el Espíritu Santo abra tus ojos para ver a Dios y su ciudad. Y que veas a Jesús como el poder y la belleza visibles de Dios, en quienes experimentamos la presencia de Dios.