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Dos modos de vida
En el Salmo 52, vemos que Jesús es la espada que divide al mundo entero entre los que son destruidos y los que descansan en él.
¿Qué está pasando?
El Salmo 52 contrasta dos modos de vida: el camino de la destrucción y el camino del florecimiento.
David recuerda a su enemigo Doeg como un ejemplo perfecto del camino de la destrucción (Salmo 52:2). Estaba orgulloso y usó sus palabras y su espada para masacrar a toda una ciudad de inocentes, con la esperanza de ascender (1 Samuel 22:9-10, 18-19). Los intrigantes como Doeg aman el mal más que el bien (Salmo 52:3-4). Prefieren la mentira a la verdad y confían en destruir a los demás para promocionarse (Salmo 52:3, 7). Pero David sabe que personas como Doeg serán destruidas.
Por el contrario, el camino de los justos está marcado por la vida. Los justos son aquellos que confían en que Dios proveerá, en lugar de sus ingeniosas palabras. En lugar de planear el mal contra los demás, prosperan porque Dios les da lo que necesitan (Salmo 52:8). Como un olivo plantado en la casa de Dios, disfrutan de su protección y de su bondad. Y desde lejos ven la destrucción del destructor y se ríen de la ruina del mal (Salmo 52:6).
Luego, a la mitad del salmo, Dios da un veredicto. Se interpone entre el camino del destructor y el camino del que florece. Al igual que los ingeniosos planes de Doeg, el juicio de Dios es como una espada que separa estas dos formas de vida. Una trae la muerte al destructor y la otra da vida a quienes confían en Dios. El veredicto es sencillo. Dios desarraiga al malvado destructor como una mala hierba, pero los justos son como árboles permanentes (Salmo 52:5, 8). El destructor es destruido por completo, mientras que los florecientes se ríen cuando se destruye el mal y se reivindica el bien (Salmo 52:6). Agradecen a Dios por el bien que ha hecho y disfrutan de su protección y cuidado para siempre (Salmo 52:8-9).
¿Dónde está el Evangelio?
Jesús es la espada que divide al mundo entero entre los que son destruidos y los que descansan y florecen en él. Él es la Verdadera Palabra o veredicto de Dios (Juan 1:1, 14:6). Durante el juicio, sus palabras traspasaron los motivos engañosos de sus acusadores (Mateo 22:15-21). Incluso ahora, su mensaje divide al mundo entre los que confían en la destrucción y los que confían en Dios. Jesús incluso predice que las familias se dividirán por él (Mateo 10:34). Tal como lo hicieron sus discípulos. Al igual que Doeg, Judas confiaba en la traición y la destrucción más que en la que él seguía. Traicionó a Jesús para promocionarse, pero en vez de eso fue desarraigado como una cizaña (Mateo 27:3-5).
Pero Jesús es para siempre como un árbol. Confió en que Dios lo libraría incluso en la muerte, y ahora está vivo y floreciendo en la casa de Dios (Hechos 2:24; 1 Pedro 3:22). Y si confiamos en Jesús, lo veremos destruir al destructor (Apocalipsis 19:21, 20:6). Nos reiremos victoriosos cuando la verdad de Jesús triunfe sobre las mentiras del engañador. Estaremos plantados con Jesús para siempre en la casa de Dios. Donde floreceremos y le agradeceremos para siempre por el bien que ha hecho (Apocalipsis 22:3-5). Así que elige el camino de los justos y confía en Jesús.
Compruébelo usted mismo
Rezo para que el Espíritu Santo abra tus ojos para ver al Dios que separa a los que destruyen de los que confían en él. Y que veas a Jesús como el que destruye al destructor y hace que su pueblo prospere en la casa de Dios para siempre.