Salmo 49

¿Qué está pasando?

El salmo 49 nos da un acertijo que nunca responde. Se pregunta: ¿Qué puede ayudarnos a salir de la tumba?

Este es un acertijo que todas las personas deben responder eventualmente (Salmo 49:1-2). Los ricos piensan que la respuesta es el dinero. Asumen que la riqueza puede reducir la inevitabilidad del dolor, la muerte y la corrupción (Salmo 49:12-13). Pero están gravemente equivocados (Salmo 49:5-6). Las vidas humanas no se valoran en moneda, por lo que nadie puede sobornar para evitar la venida de la muerte (Salmo 49:7-8). El dinero no puede compensar la decadencia.

Si los ricos pudieran comprarse a sí mismos de la muerte, vivirían para siempre. Pero es un hecho que mueren igual que los animales que no tienen ninguna riqueza (Salmo 49:12, 20). Los ricos asumen que la riqueza de la tierra es como un depósito que garantiza la bendición de Dios, incluso después de la muerte. Se dicen a sí mismos: «¡Dios redimirá mi alma de la tumba!» (Salmo 49:15). Pero en una oscura ironía, esta falsa confianza es su perdición.

La muerte, no Dios, es su garante y pastor. Y la muerte atrae y lleva a los presuntuosos y ricos a un pasto permanente de corrupción (Salmo 49:14). Aunque ahora les pongan su nombre a los edificios, no los habitarán. Se pudrirán en una tumba mientras otros heredarán las casas que han acumulado para sí mismos (Salmo 49:10-11). Escapar de la muerte no reside en la riqueza, aunque los ricos crean que sí (Salmo 49:8-9). El acertijo: «¿Qué puede ayudarnos a salir de la tumba?» permanece. Y al final de este salmo, lo único que sabemos con certeza es que la respuesta no es el dinero.

¿Dónde está el Evangelio?

Jesús reformula el acertijo del Salmo 49 de esta manera: «¿Qué puede dar un hombre a cambio de su alma?» (Mateo 16:26). Cuenta la parábola de un rico necio que confía en que sus riquezas le darán una larga vida (Lucas 12:18-19). Efectivamente, cuando la muerte exige su alma, su riqueza no puede salvarlo. Todo lo que acumuló para sí mismo se lo da a los demás, y muere en la indigencia (Lucas 12:20).

Jesús señala que la vida de un hombre no proviene de la abundancia de posesiones (Lucas 12:15). La vida de un hombre proviene de la abundancia de Dios. Solo Dios puede proporcionar el pago que satisfaga las exigencias de la muerte. En Jesús, tenemos la respuesta al acertijo porque se ofrece a sí mismo como pago para redimir a las personas de la tumba (Hebreos 9:14). Mediante la muerte de Jesús, Dios saca a su pueblo de la tumba, no con riquezas como el oro o la plata, sino con su propia sangre (1 Pedro 1:18-19). ¡Jesús es el único precio que ha demostrado ser a prueba de muerte!

Jesús también es el buen pastor que no lleva a sus ovejas a la tumba, sino que va a la tumba en su lugar (Juan 10:15,17). Pero la muerte era un pastor demasiado débil para mantener a Jesús encerrado (Hechos 2:24). Jesús resucitó de la tumba, y quienes confían en Jesús no tienen que preocuparse de que la muerte exija un precio que no puedan pagar. Jesús ha desarmado al bastón de pastoreo del ladrón de la muerte. Y todos los que confían en el pago de Jesús tienen la garantía de salir de la tumba tal como lo hizo él. Y al igual que un buen pastor, Jesús nos lleva al hogar eterno de Dios, que nunca será transmitido a otros, sino que será nuestro para siempre (2 Corintios 5:1).

Compruébelo usted mismo

Rezo para que el Espíritu Santo abra tus ojos para ver al Dios que responde al acertijo de la muerte. Y que veas a Jesús como el pastor que compra a sus ovejas para librarlas de la corrupción de la muerte y las lleva a la vida eterna.