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Una fe como la de Abraham
En Romanos 3:27-4:25 vemos que así como Abraham creía que Dios podía traer vida de la muerte, recibimos la salvación al creer en la resurrección de Jesús.
¿Qué está sucediendo?
Pablo acaba de decir que nadie puede entrar en el reino de Dios ni estar en la justicia del Creador al obedecer cierta cantidad de leyes. En cambio, todo el mundo puede experimentar todas las bendiciones de Dios simplemente por su fe en Jesús (Romanos 3:27-30). Sin embargo, Pablo anticipa que los creyentes judíos pensarán que está desestimando e incluso contradiciendo la Biblia hebrea. La ley judía dice explícitamente que los judíos serán bendecidos y considerados justos ante Dios si obedecen sus leyes (Deuteronomio 28:1-2). En los tiempos de Pablo, algunos judíos incluso señalaban a Abraham como un ejemplo de alguien que obedecía las leyes de Dios tan cabalmente que Dios lo consideraba ejemplarmente justificado ante él y digno de convertirse en el padre de todos los judíos. Pablo asegura a sus amigos judíos que su insistencia en la fe no implica desestimar las leyes judías ni la importancia de Abraham. Al hacerlo, honra a ambas (Romanos 3:31). Pablo señala que la Biblia hebrea dice que Abraham recibió la justicia de Dios y la bendición de generaciones de hijos e hijas, no por ser una persona obediente, sino por tener fe (Romanos 4:1-3; Génesis 15:6). Del mismo modo, el rey más grande de Israel, David, entendió que cuando desobedecemos, la única forma de regresar a la justicia de Dios es pedirle con fe que nos trate de manera contraria a lo que nuestras acciones merecen (Romanos 4:4-8). Las figuras más significativas de la Biblia hebrea están de acuerdo en que el pueblo judío se justifica ante Dios por su fe, y no por una obediencia ejemplar.
Y esta lógica no solo se aplica a los judíos. Pablo señala que Abraham no recibió la justicia de Dios ni la promesa de su descendencia cuando ya estaba circuncidado, sino cuando todavía era, técnicamente, un gentil. Esto demuestra que Abraham es el "padre" de todos, no solo judíos o no judíos. Cualquier persona puede unirse a la familia de Abraham, recibir las bendiciones de Dios y ser justificado ante este a través de la fe (Romanos 4:9-12). Si bien es bueno obedecer a Dios, hacer de la obediencia a las leyes judías un requisito de inclusión en la familia de Dios invalidaría y deshonraría la promesa de Dios a Abraham (Romanos 4:13-14). La Biblia hebrea es clara en cuanto a que tanto judíos como no judíos son justificados antes su Creador e incluidos en su familia es a través de la fe (Romanos 4:15-17).
¿Dónde está el Evangelio?
El argumento de Pablo presenta un giro inesperado. Dice que la fe de Abraham en realidad era una creencia en la resurrección. Dios le prometió a Abraham que tendría un hijo en su extrema vejez. Los cuerpos de él y de su esposa ya estaban prácticamente muertos. Pero Abraham creía que Dios podía crear un hijo hasta en un vientre expirado (Romanos 4:18-21). Fue la fe en la resurrección y en un hijo prometido lo que justificó a Abraham ante Dios. Es por una fe similar en el Jesús resucitado que podemos recibir una nueva vida, estar en la justicia de Dios e ingresar a su reino (Romanos 4:22-24). Si has sido creyente en Jesús por cierto tiempo, puede que pienses que estás en la justicia de Dios en virtud de tu crianza cristiana o asistencia constante a la iglesia. Pero eso no es así. La razón por la que Pablo invierte tanto tiempo atacando esa suposición para sus lectores judíos es porque es espiritualmente peligrosa. Si nos enorgullecemos y nos hacemos presumidos, comenzaremos a juzgar a los demás por no ser tan morales como nosotros y, eventualmente, empezaremos a dudar de haber hecho lo suficiente para merecer estar en el lado bueno, con Dios. Los judíos tenían un falso sentido de seguridad en la ley. Creían que su inclusión en la familia judía los protegía. Cuando reemplazamos el regalo que Dios nos ha dado en Jesús por algo que podemos hacer o crear, comenzamos a erosionar la seguridad que Dios quiere darnos. Dios concede el perdón, la justificación y el ingreso a su reino completa, final y eternamente a toda persona que crea en su hijo resucitado (Romanos 4:25). Y puesto que esto se da por fe y no por obediencia, podemos tener la certeza de que seremos miembros de la familia de Dios y que estaremos en su reino por siempre.
Compruébalo tú mismo
Oro para que el Espíritu Santo abra tus ojos para que veas al Dios que sava a todas las personas a través de la fe. Y que veas a Jesús como aquel que murió y resucitó para liberarnos del poder de la muerte y para justificarnos ante Dios.