Romanos 14-15:13

¿Qué está sucediendo?

Hay una creciente tensión en la iglesia de Roma entre un grupo de personas que se autodenominaban "fuertes" y otro de personas que se hacían llamar "débiles". Los seguidores débiles de Jesús son probablemente una minoría de seguidores judíos de Jesús, mientras que los fuertes son un grupo mayoritario de no judíos. La creciente división se debe principalmente a temas de comida, vino y vacaciones. Los "débiles" se abstienen de consumir carne y vino, y preservan la celebración de los días sagrados judíos en su afán de obedecer las leyes judías del Antiguo Testamento. Por otro lado, los "fuertes" se sienten libres en conciencia para comer carne, tomar vino y no celebrar las fiestas judías (Romanos 14:2, 5, 21). También creen tanto en su convicción que tratan de convencer a los "débiles" de ir en contra de su consciencia al renunciar a sus prácticas más estrictas. En principio, Pablo está de acuerdo con los seguidores "fuertes" de Jesús. Los creyentes son libres de obedecer a sus conciencias individuales en estos asuntos (Romanos 14:14, 20). Sin embargo, Pablo no está de acuerdo con la forma en que los fuertes dividen a la iglesia por diferencias como estas. Amar, incluir y aceptar a los demás es más importante que dividir a la iglesia por cualquier convicción como una manera de seguir a Jesús (Romanos 14:1-2, 15:7).

Dios ha dado la bienvenida a débiles y a fuertes a su familia. Así que nadie que coma carne debe juzgar a ningún hermano o hermana en la fe que no lo haga. Y ninguna persona que se abstenga de consumir ciertos alimentos o vino debería juzgar a quienes los disfrutan. Solo Dios es nuestro juez (Romanos). En lugar de juzgar a los demás e imponer nuestras opiniones, Pablo dice que todos los creyentes deben obedecer a sus conciencias libremente ante Dios (Romanos 14:5-7). Después de todo, Jesús murió, resucitó de entre los muertos y ahora se sienta como el juez supremo sobre todos los humanos. Es inapropiado juzgar controversias de la conciencia porque Jesús el único a quien sus seguidores deben rendir cuentas (Romanos 14:8-12). En lugar de juzgarlos, los seguidores fuertes de Jesús deben dedicarse a amar y alentar a sus hermanos y hermanas más débiles (Romanos 14:13-14). Los fuertes nunca deben sentirse culpables por ejercer su libertad de comer carne y tomar vino. Pero tampoco deben alardear de su libertad de un modo que erosione las convicciones de quienes sinceramente tratan de seguir a Jesús (Romanos 14:15-16, 20-21, 23). La marca de una comunidad cristiana no se define según su consumo de alimentos o bebidas, sino por su forma de amarse y relacionarse entre sí. En vez de defender sus libertades públicamente, los fuertes deben buscar la unidad, el gozo y la libertad en privado, al igual que abstenerse, por el bien de los débiles (Romanos 14:19, 21-22). Luego, Pablo dice que esto es más que una sugerencia, sino una obligación que tienen los creyentes fuertes (Romanos 15:1-2). Así como Jesús murió por el bien de los demás, los creyentes fuertes deben estar dispuestos a ceder sus libertades y placeres a favor de la harmonía y la unidad en sus iglesias (Romanos 15:3-6).

¿Dónde está el Evangelio?

Pablo termina esta sección de su carta con un llamado a todos los creyentes, tanto fuertes como débiles, a darse la bienvenida los unos a los otros en su iglesia, tal como Jesús los ha dado la bienvenida a la familia de Dios (Romanos 15:7). Su aceptación sacrificial mutua será una demostración del sacrificio de Jesús y una prueba de que Dios ha sido fiel a sus promesas más antiguas (Romanos 15:8). En el libro de Génesis, Dios prometió incluir a judíos y no judíos en una sola familia (Génesis 12:1-3; 15:5-6). Y la iglesia romana, que está compuesta de gentiles "fuertes", judíos "débiles" y todos los demás, es la prueba viviente de que Dios ha sido fiel a estas antiguas promesas.  

Pablo cita otros cuatro pasajes de la Biblia hebrea que explican que el plan de Dios siempre fue incluir a judíos y no judíos en una única familia (Deuteronomio 32:43; Salmo 18:49; Salmo 117:1; Isaías 11:10). Cuando los creyentes, independientemente de su "fuerza" relativa, se aman los unos a los otros a pesar de sus desacuerdos, le demuestran al mundo que la misión global de Jesús se está haciendo realidad.

Muchas veces pensaremos que nuestra forma de practicar la fe es más sabia, más bíblica o mejor que otras. ¡Y en ocasiones tendremos la razón! Pero Pablo nos dice que tener la razón sobre algún tema en disputa no es motivo para juzgar, dominar o dividir la iglesia. Con demasiada frecuencia, la falta de amor y la presencia de juicios dividen a las iglesias que Dios pretende que sean portales al plan histórico de la integración de todo individuo a su familia. Más bien, estamos llamados a negar nuestra libertad por el bien ajeno y repetir en nuestras vidas el sacrificio que Jesús hizo al amar y dar la bienvenida a los demás, incluso cuando nos cueste demasiado hacerlo.

Compruébalo tú mismo

Ruego para que el Espíritu Santo abra tus ojos para que veas al Dios que ha prometido incluir a todas las personas en su familia. Y que veas a Jesús como aquel que renunció a su fuerza y libertad para dar la bienvenida a los débiles.