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Sacrificios vivos
En Romanos 12-13 vemos que el sacrificio de Jesús se convierte en el patrón de cómo sus seguidores deben vivir toda su vida.
¿Qué está sucediendo?
En los primeros once capítulos de su carta a los romanos, Pablo explicó que todas las personas eran esclavas de un ciclo de falsa adoración, depravación y maldad. Pero Dios, por su misericordia, lo ha rescatado y convertido en un nuevo pueblo y reino. Pablo describe la buena noticia de diversas formas a lo largo de su carta. Es la salvación que se recibe solo por la fe (Romanos 1:16). Al pueblo de Dios se le ha otorgado la justicia de Dios y su inclusión en la familia elegida de Abraham a través del sacrificio de Jesús (Romanos 3:24-25; Romanos 4:11-12). El pueblo de Dios ha sido justificado y salvado de la muerte, y ha recibido vida eterna (Romanos 5:19-21). El pueblo de Dios ha muerto al pecado y ahora vive para Dios (Romanos 6:11). El pueblo de Dios ha sido liberado de la ley del pecado y la muerte (Romanos 8:2). El pueblo de Dios, que alguna vez fue esclavo, ahora es hijo de Dios (Romanos 8:16-17). En estos últimos capítulos, Pablo insiste en que esta buena noticia debe producir un cambio radical en el comportamiento diario de los seguidores de Jesús.
El sacrificio de Jesús en la cruz debe convertirse en el patrón según el cual los seguidores de Jesús viven toda su vida. En lugar de vivir vidas de autogratificación, están destinados a ofrecer sus vidas enteras como sacrificios a Dios (Romanos 12:1). Antes de Jesús, nuestras mentes eran corruptas e indispuestas a aprender u obedecer a Dios, pero gracias a Jesús, han sido y continúan siendo transformadas (Romanos 1:28). En lugar de aceptar los patrones de comportamiento que la cultura convencional espera de ellos, los cristianos deben usar su imaginación redimida a lo largo de toda su vida para aprender voluntariamente lo que Dios desea para ellos (Romanos 12:2).
Pablo dice que darle forma a nuestras vidas según el patrón de Jesús comienza con la humildad (Romanos 12:3). Nadie es suficiente para seguir a Dios por su propia cuenta toda la vida. Todos los creyentes son miembros interdependientes de un solo cuerpo (Romanos 12:4-5). Y Dios ha dado a cada miembro de la iglesia en Roma dones únicos. Al igual que cada parte de un cuerpo beneficia al todo, la voluntad de Dios es que los romanos usen sus dones humildemente para motivarse mutuamente y edificar la iglesia (Romanos 12:6-8). Obedecer humildemente la voluntad de Dios significa amarse profundamente los unos a los otros, incluso cuando es difícil hacerlo (Romanos 12:9-11, 13, 15-16). Del mismo modo que Jesús soportó pacientemente la persecución y el mal, los seguidores de Jesús deben seguir el ejemplo que nos dio en la cruz. E igual a como Jesús oró por sus enemigos mientras lo crucificaban, el pueblo de Dios debe orar y bendecir a quienes los hieren (Romanos 12:12, 14). La humildad se expresará cuando los cristianos dejen la justicia en manos de Dios, se rehúsen a vengarse y, en cambio, hagan el bien a sus enemigos (Romanos 12:17-21). Si bien puede parecer contradictorio, una forma de dejar la justicia en manos de Dios es someterse al deficiente gobierno romano. Dios ha puesto al emperador y a sus senadores bajo su autoridad, y todos le sirven. Por ahora, los ha elegido para castigar el mal, recompensar el bien y vengar a quienes han sido agraviados (Romanos 13:1-4). Los seguidores de Jesús nunca deben tomar la justicia en sus propias manos; más bien, deben confiar en Dios al confiar en quienes ha dado la autoridad para ejecutar la justicia (Romanos 13:5-7).
¿Dónde está el Evangelio?
Pablo resume al decir que la verdadera humildad y obediencia a la voluntad de Dios se logran cuando los seguidores de Jesús se dedican a amar a los demás (Romanos 13:8-10). Esta no solo es una respuesta apropiada a lo que Jesús ha hecho; también es una respuesta apta en función de lo que hará. Jesús ha muerto y resucitado, pero pronto volverá a la Tierra. La resurrección de Jesús no fue el fin de los planes de Dios para su pueblo. Nuestra experiencia de la salvación, la rectitud y la vida eterna de Dios en su familia apenas ha comenzado. Pablo dice que es como si viviéramos en las horas del crepúsculo justo antes de un glorioso amanecer (Romanos 13:11-12). Ya no estamos atrapados en ciclos de falsa adoración, depravación y maldad, sino que hemos sido liberados para unirnos al reino de Dios que llegará. Y como algo nuevo y aún más glorioso está por venir, debemos actuar en consecuencia. En lugar de aceptar somnolientamente las obras que nuestro mundo hace en la oscuridad, debemos actuar como residentes alertas de la luz. Tenemos la responsabilidad de separarnos proactivamente de la oscuridad de nuestra era actual y de alinear nuestras vidas con las expectativas, los mandamientos y la voluntad del Dios que nos ha salvado en Jesús. En vez de vivir vidas marcadas por la autogratificación, los seguidores de Jesús deben vivir vidas de sacrificio, en servicio y en amor al prójimo (Romanos 13:13-14). Ser seguidor de Jesús siempre tiene su precio. Amar a los demás duele. La humildad es difícil. Someterse a nuestro gobierno es aterrador, especialmente cuando es capaz de asesinar a Jesús y a quienes lo siguen. Pero Jesús nos mostró que incluso cuando morimos por él, triunfamos sobre nuestros perseguidores. No es necesario que los cristianos teman. Dios rescata, resucita y recompensa a quienes siguen a Jesús.
Compruébalo tú mismo
Ruego para que el Espíritu Santo abra tus ojos para que veas al Dios que nos ha salvado a todos por su gran misericordia. Y que veas a Jesús como aquel que nos ha empoderado para vivir vidas que conocen y obedecen la voluntad de Dios.