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Misión evangélica
En Romanos 15:14-16:27 vemos que el Evangelio crea una familia unificada de personas de todos los orígenes que juntas promueven la misión de Dios.
¿Qué está sucediendo?
Pablo concluye su carta a la iglesia romana con una explicación de por qué le ha llevado tanto tiempo visitarla, una confirmación de sus futuros planes de viaje y una motivación de despedida. Pablo dice que la fidelidad de los cristianos en Roma lo alienta y lo emociona. Pero Pablo también sabe que su carta está llena de verdades profundas y difíciles. Pablo explica que la única razón por la cual ha sido tan libre y contundente en su enseñanza a ellos es que confía en que Dios lo ha elegido para esa tarea (Romanos 15:14-17). Su objetivo principal es predicar la buena noticia del Evangelio a los gentiles y enseñarles a obedecer los mandamientos de Dios (Romanos 15:18). Ha pasado los últimos veinte años plantando iglesias a lo largo de la costa mediterránea, en pueblos y ciudades que nunca habían escuchado la buena noticia sobre Jesús (Romanos 15:19-21). En última instancia, esta es la razón por la que se ha demorado tanto en visitar Roma.
Ahora que ha completado su ministerio desde Jerusalén a Italia, finalmente está listo para hacer una parada en Roma de camino a España (Romanos 15:22-24). Lamentablemente, su llegada se retrasará un poco. Primero debe regresar a Jerusalén. Tiene que entregar una gran donación que recibió de las iglesias de Grecia para los seguidores pobres de Jesús en Jerusalén (Romanos 15:25-26). Pablo menciona que esta es una causa particularmente apropiada a la que los creyentes gentiles pueden contribuir. Sin el pueblo judío, los gentiles no tendrían acceso a las bendiciones espirituales disponibles en Jesús. Tiene sentido que los creyentes gentiles deban bendecir financieramente a sus hermanos y hermanas judíos cuando lo necesitan (Romanos 15:27). Finalmente, una vez que Pablo dé la donación, llegará a Roma, donde espera que consideren apoyarlo en su misión a España. Los motiva a orar por él mientras esperan su llegada. Pablo tiene muchos enemigos en Jerusalén, por lo que necesita la protección de Dios (Romanos 15:28-32). Además, Pablo le pide a los creyentes romanos que le comuniquen su saludo especial a no menos de 26 personas, dos familias y tres iglesias en casas (Romanos 16:1-16, 21-23). Lo que más llama la atención de los nombres mencionados es su diversidad. Hay nombres griegos y judíos, nombres de familias aristocráticas y de esclavos, y nombres masculinos y femeninos. Los saludos de Pablo son una demostración del poder unificador de la buena noticia que se ha dedicado a explicar en su carta. Debido a Jesús, tanto judíos como gentiles, hombres y mujeres, esclavos y quienes los emplean están incluidos en la iglesia de Dios. Pablo también advierte a la iglesia romana sobre los falsos maestros que podrían socavar las enseñanzas que han recibido en esta carta e intentar causar división donde Jesús ha creado unidad (Romanos 15:17-20). Pablo termina su carta con una oración motivante. Les recuerda que Dios mismo los fortalecerá para que puedan obedecer los mandamientos de Dios a medida que se comprometen a predicar a Jesús (Romanos 16:25-27).
¿Dónde está el Evangelio?
Pablo dedicó toda su carta a desglosar las implicaciones de la buena noticia de la muerte y resurrección de Jesús para el mundo. A través de la muerte y resurrección de Jesús, el reino de Dios ha llegado a la Tierra y Jesús ha rescatado a su pueblo del poder del pecado y la muerte. Ahora, tanto judíos como no judíos se han convertido en una familia unida. Estas verdades demandan un cambio radical en la forma en que los creyentes se relacionan entre sí. En vez de basar sus interacciones en algún tipo de cálculo moral o étnico, los seguidores de Jesús se aman mutuamente, igual a como Jesús, quien murió por ellos, los ha amado (Romanos 12:1-2). El llamado a amarse sacrificialmente entre sí es alto y desafiante. Tal vez por eso Pablo nos recuerda uno de los puntos más importantes sobre la vida cristiana en su oración final. La oración le pide a Dios que nos "establezca" en la buena noticia que Pablo describe en su carta (Romanos 16:25). Es una forma de pedirle a Dios que nos arraigue en la buena noticia de un Evangelio que podríamos olvidar. La oración de despedida de Pablo es que no olvidemos que el pecado y la muerte ya no nos controlan. Pablo no quiere que olvidemos que el Espíritu de Dios vive en nosotros. Además, a través de Jesús, Dios nos ha dado todo lo que necesitamos para obedecerlo y amar a los demás. Por lo tanto, si te desanimas ante la dificultad de obedecer a Jesús, puedes recordar el Evangelio. Jesús te ha perdonado, está contigo y te empoderará.
Compruébalo tú mismo
Oro para que el Espíritu Santo abra tus ojos para que veas al Dios que te ha dado su Espíritu. Y que veas a Jesús como aquel que ha muerto para liberarnos del poder del pecado y de la muerte para siempre.