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El mundo rechaza a Dios
En Romanos 1:18-32 vemos que, aunque la humanidad ha rechazado a Dios, la fe en Jesús puede rescatarnos de la muerte que hemos elegido.
¿Qué está sucediendo?
Pablo acaba de decir que la "justicia de Dios se revela" en la muerte y resurrección de Jesús. Este puede ser un concepto difícil de entender, pero es demasiado importante para Pablo. En la Biblia hebrea, la frase "justicia de Dios" se refiere a cuando Dios rescata a su pueblo, corrige sus errores, castiga el mal y establece un reino de justicia y equidad (Salmo 98:2, Isaías 51:5-8). Los judíos habían esperado la llegada de este reino por siglos, y muchos creían que la única forma de ser incluidos en la salvación de Dios era ser judío. Sin embargo, Pablo dice que en lugar de la etnia, la fe en la muerte y resurrección de Jesús es lo que permite a todas las personas experimentar la justicia de Dios. Pablo continuará esta conversación sobre "la justicia de Dios" unos capítulos más adelante (Romanos 3:21). Por ahora, Pablo quiere explicar precisamente por qué la fe es el único fundamento para inclusión en el tan esperado reino de Dios. El poder de Dios para establecer su justo reino no es lo único que ha revelado al mundo; Dios también ha revelado su ira contra la maldad y la injusticia humanas (Romanos 1:18).
Pablo dice que la injusticia de la humanidad se ve claramente en su rechazo voluntario de Dios. Dios creó el universo como un regalo para todas las personas. Mediante el universo creado, las personas pueden intuir que hay una poderosa deidad dadora que vida que los creó. Sin embargo, la humanidad ha respondido universalmente a su Creador con ingratitud. Los humanos han decidido ignorar la verdad de la existencia de Dios y sus expectativas para sus criaturas. En lugar de adorar al Dios inmortal que les dio vida, los humanos han creado ídolos de criaturas mortales y se han inclinado ante ellos (Romanos 1:18-23). Los humanos han rechazado al Dios de la vida en favor de ídolos muertos. Dios revela su ira como respuesta a eso. Entrega a muerte a los humanos que han rechazado a su Creador y al Dios de la vida (Romanos 1:24, 26, 28).
Pablo agrega que esta ira se ha revelado de tal manera que cualquiera puede ver sus efectos. Cuando Dios entrega a los humanos a la muerte, inevitablemente se manifiesta en una injusticia desenfrenada que se manifiesta a través de patrones autodestructivos y la degradación de nuestro propio cuerpo y el de los demás (Romanos Para Pablo, el ejemplo preeminente de un mundo que ha sido entregado a la muerte es el sexo homosexual. Es una unión que, por definición, no puede producir vida biológica. La presencia de tal actividad en el mundo es evidencia de que la humanidad ha sido entregada a sus deseos autodestructivos. Pablo también enumera el asesinato, la avaricia y el orgullo como evidencia de que Dios ha entregado a los humanos a deseos que los llevan a la muerte (Romanos 1:29-31). Por lo tanto, nadie puede entrar en el reino justo que Dios está construyendo.
¿Dónde está el Evangelio?
La razón por la que la fe es el único fundamento para inclusión en el tan esperado reino de Dios es que no hay otra manera de entrar. La humanidad ha rechazado totalmente a Dios, y Dios ha entregado las mentes, los deseos y los corazones de los humanos a la autodestrucción y la injusticia. No deseamos ni merecemos ser parte del reino justo y dador de vida de Dios. Y aunque lo quisiéramos, no hay mérito, cualidad redentora ni número de buenas obras que podamos ofrecer a Dios para que nos acepte en su justo reino (Efesios 2:8-9). La única manera de ser rescatado de nuestro estado injusto y de ser incluidos en el reino de Dios es por fe, por creer en alguien más que nosotros mismos. La fe es lo opuesto a la ingratitud y la supresión que la humanidad ha mostrado a su Creador. La fe es un compromiso de honrar a Dios, confiar en que puede darnos vida y creer que ya lo ha hecho en Jesús.
La "justicia de Dios" se revela en la muerte y resurrección de Jesús. Parte de esa justicia significa que nos rescatará de la muerte que hemos elegido, así como de las injusticias y errores que hemos cometido. En unos pocos capítulos, Pablo dice que la muerte de Jesús es un regalo que nos purifica de la injusticia que hemos elegido y declara que hemos sido justificados ante el Creador que habíamos rechazado (Romanos 3:24-25). Nuestra fe en Jesús nos salva de ser entregados a nuestra injusticia y nos declara ciudadanos eternos de su justo reino. Si bien esta parte de la carta de Pablo puede parecer sombría, nos prepara para la buena noticia de que independientemente de cuán degradados, deshonrosos o impuros seamos, la fe en Jesús nos salvará. Aunque quizá no lo merezcamos, Dios nos ha dado el don de su poder salvador y de su justicia.
Compruébalo tú mismo
Ruego para que el Espíritu Santo abra tus ojos para que veas al Dios que ha revelado su ira. Y que veas a Jesús como aquel que ha venido a revelar la justicia de Dios.