Génesis 4-5

¿Qué está pasando?

Si hay algo que nos ayudará a entender Génesis, es la promesa que Dios hizo acerca de las dos semillas en Génesis 3:15. Dios prometió que dos linajes de hijos provendrían de Adán y Eva. Uno de ellos tendría la promesa y la bendición de Dios; este sería el linaje de Eva. El otro llevaría la maldición y el castigo de Dios; este sería el linaje de la serpiente (3:15).

De inmediato, Adán y Eva tienen dos hijos: Caín y Abel (4:1-2 a). Abel es fiel y Dios acepta sus ofrendas. Caín, por otro lado, es malvado y sus ofrendas no son aceptadas. Por eso, lleno de celos e ira, Caín asesina a su hermano Abel (4:8). Aquí tenemos las dos semillas: una santa y otra malvada. Pero esta vez, en la primera muerte física registrada en la Biblia, la simiente de la serpiente aplasta a la simiente de Eva. Parece que la promesa de Dios va al revés.

Para empeorar las cosas, Caín se muda y establece su propia línea familiar (4:16). Cuando lo hace, no son solo sus hijos los que comienzan a multiplicarse, sino también su maldad. Finalmente, uno de los descendientes de Caín llamado Lamec también comete un asesinato y dice que la maldición de Dios se ha multiplicado por diez (4:24). Las cosas parecen seguir empeorando bajo la maldición.

Ahí es cuando vemos que hay esperanza. Adán y Eva tienen otro hijo ahora que Abel ha muerto. Su nombre es Seth (4:25). Y cuando Seth viene al mundo, las personas comienzan a seguir a Dios (4:26). La línea de Eva y la promesa de Dios siguen intactas. Fue entonces cuando leemos que la línea de Seth se multiplicaba y crecía. Y en lugar de aumentar el mal, lo hace la bondad de Dios. Esta bondad conduce a una mayor intimidad con Dios. Uno de los descendientes de Set, Enoc, caminó tan cerca de Dios que no murió, sino que Dios simplemente se lo llevó (5:24).

Lo que necesitamos ver aquí es que nada puede detener las promesas de Dios. Ni siquiera cuando todo parece ir en la peor dirección posible. Dios siempre saca lo bueno del mal y siempre cumple sus promesas.

¿Dónde está el Evangelio?

Vemos esto más plenamente en Jesús. El Nuevo Testamento nos dice que la sangre de Jesús habla mejor que la de Abel (Heb 12:24). La sangre de Abel clamó desde el suelo contra Caín, condenándolo y acusándolo. La sangre de Jesús, cuando es rociada sobre nosotros, clama por nosotros defendiéndonos e intercediendo por nosotros. La sangre de Jesús profiere una bendición sobre nosotros en lugar de una maldición.

Jesús también invierte los efectos del mal que se encuentran en esta historia. La maldad aumentó entre los descendientes de Caín, pero la bendición de Dios aumenta y cubre toda la tierra en Jesús (Hab 2:14). Esto se debe a que él es la simiente prometida de Eva, el último descendiente de Adán y Abel, el nuevo y mejor Set, que no solo camina con Dios como Enoc, sino que es Dios mismo. Jesús, el prometido, pone fin a la maldición de la muerte para nosotros y nos da la bendición prometida de vivir con Dios.

Compruébelo usted mismo

Oro para que el Espíritu Santo les dé ojos para ver al Dios que proporciona una forma de bendición incluso cuando todo parece maldito y para que vean a Jesús como el que vino de la línea de Eva para traer una bendición a toda la tierra.