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Torre de Babel
En Génesis 10-11, vemos a Jesús como el que invierte los efectos de la torre de Babel, al descender hasta nosotros.
¿Qué está pasando?
La inundación ha terminado. Dios ha hecho su pacto con Noé. Y los hijos de Noé están divididos: Sem con una bendición, Cam con la maldición.
Ahora, vemos cómo se desarrollan la bendición y la maldición. Casi todas las naciones malvadas que conocemos en la historia bíblica provienen del linaje maldito de Cam: Egipto, los filisteos, Nínive, Babilonia, Asiria y muchos otros (10:6). Sin embargo, del linaje de Sem viene alguien que será el padre de la bendición de Dios para todas las naciones: Abraham (11:26).
A medida que la humanidad comienza a crecer, algunos de los hijos de Ham, muy probablemente un hombre llamado Nimrod (sí, Nimrod) se establecieron en un lugar llamado Shinar, que también se conoce como Babilonia (11:2).
Intentaron construir una ciudad centrada en el hombre que se hiciera un nombre para sí mismos en lugar de para Dios. La pieza central de la ciudad sería una torre colosal que llegase hasta los cielos, lo que demostraría que ya ni siquiera necesitaban a Dios (11:4). De hecho, si quisieran a Dios, sería su torre, su templo, la que Dios usaría para ponerse en medio de ellos.
Dios señaló que si son un solo pueblo con un idioma, nada será imposible para ellos (11:6). Es decir, la ilusión del pecado de Eva en el Edén será completa. La humanidad finalmente se habrá engañado a sí misma haciéndose creer que realmente no necesita a Dios, lo que solo lleva a la muerte.
Así que Dios se acerca al pueblo, sin la ayuda de su torre incompleta, y confunde sus idiomas, dispersándolos en diferentes naciones (11:9).
¿Dónde está el Evangelio?
La desunión y la dispersión de esta historia se invierten en el Nuevo Testamento.
En Hechos 2, el día de Pentecostés, el Espíritu Santo vino y unificó los idiomas para que personas de diferentes naciones escucharan el Evangelio en una sola lengua (Hechos 2:6). Y el mensaje que escucharon no se refería a la humanidad tratando de hacerse un nombre, sino a un solo nombre: el nombre de Jesús (Hechos 2:23).
No era un mensaje sobre cómo la humanidad debería construir su camino hacia Dios, sino sobre cómo Dios llegó a la humanidad en la persona de Jesús. Por eso, cuando se llenaron del Espíritu Santo, no desearon construir un templo independiente que llegase hasta los cielos, porque Dios estaba construyendo su templo colectivo en toda la tierra para las personas a las que estaba salvando (2:44-45).
Y ahora, para la iglesia de Jesús, nada será imposible para ellos. Lo que era destructivamente cierto acerca del experimento con la torre en Babilonia, se convierte en cierto constructivamente en lo que respecta a la iglesia de Jesús. Podemos hacer todas las cosas por medio de Cristo, y las puertas del infierno no prevalecerán contra nosotros (Mateo 16:18). No hay condenación para los que están en Jesús (Romanos 8:1). El Evangelio, puesto en los corazones de las personas por el Espíritu Santo, invierte lo que ocurrió en la torre.
Compruébelo usted mismo
Rezo para que el Espíritu Santo les dé ojos para ver al Dios que se niega a dejarnos solos y para que vean a Jesús como el que descendió del cielo para hacer todo lo necesario para hacer posible nuestra salvación.