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La sabiduría de Agur
En Proverbios 30, vemos que la debilidad de la humildad es la mayor fortaleza de Dios. La crucifixión de Jesús es humilde y débil, pero es más poderosa que todas las filosofías y el poder del hombre.
¿Qué está pasando?
Los Proverbios 30 y 31 son los únicos capítulos de Proverbios escritos por no judíos. Ellos son evidencia de que la sabiduría de Dios no está confinada a un pueblo en particular. La sabiduría de Dios pertenece a cualquiera que teme al Señor. Agur, nuestro primer filósofo gentil, quiere que al terminar su capítulo comprendamos las consecuencias inevitables del orgullo mal ubicado y del éxito irónico de los verdaderamente humildes.
Agur empieza enumerando humildemente lo que no sabe en una serie de preguntas retóricas (Proverbios 30:2-4) antes de admitir que las palabras de Dios son las únicas palabras que probarán ser verdaderas. Cualquier intento orgulloso de agregar a la sabiduría de Dios será considerado una tontería (Proverbios 30:6). Así que Agur, en la única oración en los Proverbios, le pide a Dios que le permita contentarse con una vida humilde, una vida sin pobrezas ni riquezas. Agur sabe que tanto demasiado como muy poco apartarán su corazón de Dios, por lo que le pide a Dios que lo libere de cualquier tentación (Proverbios 30:7-9).
El resto del capítulo expone para el lector las consecuencias del orgullo y las recompensas irónicas de la humildad. El orgullo lleva a las personas a calumniar al personal de servicio, maldecir a los padres y tomar ventaja de los pobres (Proverbios 30:10-14). El orgullo ciega a las personas ante sus propias faltas (Proverbios 30:12). El orgullo también permite a las personas justificar el engaño a su cónyuge (Proverbios 30:20). Como un desierto o un vientre estéril, el orgullo nunca está satisfecho y siempre quiere más de lo que no tiene (Proverbios 30:16). Y como se espera que un boxeador tenga una hemorragia nasal, los orgullosos obtienen lo que merecen.
La humildad, por otro lado, es misteriosa, como un águila que se eleva a pesar de que no mueve sus alas (Proverbios 30:19). La naturaleza está llena de sorpresas similares: la pequeña hormiga y su vasta red de almacenes subterráneos, la langosta sin líder que marcha en formación, el lagarto poco impresionante que escucha a escondidas en los palacios del rey (Proverbios 30:25-28). La sabiduría de Agur es que, mientras que el orgullo inevitablemente conduce a una caída, la humildad es misteriosa e irónicamente recompensada.
¿Dónde está el Evangelio?
Agur está de acuerdo con el Apóstol Pablo que dijo que “Dios eligió las cosas necias del mundo para avergonzar a los sabios; Dios escogió las cosas débiles del mundo para avergonzar a los fuertes” (1 Corintios 1:27). Nuestro mundo no cree esto. Nuestro mundo valora la fuerza, el poder y la competencia (o al menos, la apariencia de esas cosas).
Pero Dios ha decidido destruir la sabiduría del mundo (1 Corintios 1:19). Ha elegido usar cosas como tejones, hormigas y hombres crucificados “para anular las cosas que son, para que nadie se jacte delante de él” (1 Corintios 1:28-29). La sabiduría de Agur es que, por más irónico que parezca, hay recompensas esperando a quienes se humillan.
En Jesús y en su cruz vemos a Dios mismo completamente humillado. El mundo verá eso y dirá que es una tontería. Pero aunque el “mensaje de la cruz es una tontería para aquellos que están pereciendo, para nosotros que estamos siendo salvados, es el poder de Dios. … Porque la insensatez de Dios es más sabia que la sabiduría humana, y la debilidad de Dios es más fuerte que la fuerza humana” (1 Corintios 1:18, 25).
Para cualquiera que esté dispuesto a aceptar la insensatez de Jesús y a abandonar su orgullo, los misterios y los poderes de la humildad se convertirán en suyos. Mientras que el almacén de una hormiga, la organización de una langosta y el sigilo de un lagarto son impresionantes, no son nada en comparación con el poder de resurrección de Jesús en la vida de aquellos que son humildes. Aunque podemos sentirnos poco impresionantes, el evangelio de la muerte humilde de Jesús nos convierte en un misterio que los ángeles se ponen de puntillas para ver (1 Pedro 1:12).
Compruébalo tú mismo
Que el Espíritu Santo abra tus ojos para que veas al Dios que ha escondido en su mundo la sabiduría de la humildad y a Jesucristo como prueba de su poder irónico.