Proverbios 20-22

¿Qué está sucediendo?

El libro de Proverbios tiene mucho que decir sobre el liderazgo y la sabiduría ejercida por el rey de Israel (Proverbios 29:4). Pero la sabiduría de Salomón se aplica igualmente a todos nosotros, ya sea que lideremos gobiernos, familias o el turno nocturno. Él nos recuerda que los líderes especialmente necesitan tanto la humildad como la sabiduría (Proverbios 8:15-17). Ocupando la oficina de la esquina en el último piso, midiendo cuatro pies más que los propios hijos, o usando el título de “supervisor” puede engañar a los líderes para que piensen más en sí mismos de lo que deberían.

Los líderes deben recordar que todavía están gobernados por Dios y que son responsables ante él. Dios puede cambiar sus fortunas en un momento (Proverbios 21:1). Los buenos líderes no están motivados principalmente por las ganancias, el poder político, el pragmatismo o “porque eso es lo que hicieron mis padres”. Ellos gobiernan por la sabiduría de Dios (Proverbios 8:15-16). El gobernar de cualquier otra manera invita al desastre, la guerra civil, la desconfianza organizacional y los sistemas disfuncionales en la familia (Proverbios 28:2).

Liderar con sabiduría no es solo un compromiso ante los principios de la humildad y la sabiduría. Significa guiarte a ti mismo y a aquellos que están a tu cuidado para que amen a Dios y guarden sus mandamientos. Más específicamente, significa el cuidar de los pobres y el abogar por la justicia (Proverbios 29:14, 31:8-9). Además de buscar la sabiduría, Proverbios coloca una pesada y única carga sobre los líderes para que protejan a los pobres y ejecuten justicia (Proverbios 20:26, 29:14).

¿Dónde está el Evangelio?

A David, el padre de Salomón, le fue prometido por Dios que uno de sus hijos lideraría un reino que duraría para siempre (2 Samuel 7:12-13). David esperaba que fuera Salomón, pero no fue así. Salomón esperaba que fuera su hijo, pero no fue así. Aunque Salomón no conocía la identidad, sabía el tipo de rey que reinaría para siempre. Proverbios 29:14 dice que "si un rey juzga a los pobres con justicia, su trono será establecido para siempre". Proverbios 29:4 dice que “por la justicia un rey le da estabilidad a un país”.

El hijo que Dios prometió a David es Jesús. Era a la vez un descendiente de David y el tipo de rey que Salomón quería que su hijo fuera. Jesús comienza su ministerio anunciando que "el Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido para proclamar las buenas noticias a los pobres… para liberar a los oprimidos y proclamar el año del favor del Señor" (Lucas 4:18-19). Jesús es el Rey sabio y el líder en los Proverbios.

Si eres pobre, oprimido o marginado por tu reino o nación, estas son buenas noticias. Jesús es tu Rey y él va a luchar contra la corrupción y la maldad en tu nombre (Proverbios 20:8). Él incluso lucha contra la corrupción maligna de la muerte (Hechos 13:34-35).

A diferencia de David y Salomón, que han decaído y descompuesto, Jesús todavía gobierna incorrupto y sin descomponerse en su trono (Hechos 13:36).

Y esta es una buena noticia para aquellos de nosotros que somos líderes porque en última instancia nunca somos las personas más poderosas en la sala — Jesús lo es (Proverbios 25:2-3). Esto no solo nos libera del peso y la pesadez del liderazgo al confiar en el poder de Jesús, sino que también nos anima a sacrificar nuestros privilegios, poderes, derechos y líneas de ganancia. A medida que nosotros lideramos con sacrificio como Jesús, podemos estar seguros de que nuestras familias, oficinas y matrimonios se unirán al Reino de Dios en constante expansión y experimentarán su misericordia interminable.

Compruébalo tú mismo

Que el Espíritu Santo abra tus ojos para que veas al Dios que gobierna a todos los reyes. Y que puedas ver a Jesús que se sienta en un trono administrando justicia a los oprimidos y otorgando gracia a aquellos que lideran.