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Sermón de la montaña
En el sermón de la montaña, vemos que Jesús no solo definió e interpretó correctamente la Ley de Moisés, sino que la cumplió por nosotros.
¿Qué está pasando?
Como si Moisés estuviera en el monte. El Sinaí dio la primera ley en el Éxodo, Jesús ahora está de pie en una montaña para hablar sobre cómo cumplimos la ley en Mateo.
Comienza su sermón de la montaña con una lista de bendiciones para los pobres de espíritu, los que están de luto y los perseguidos. Jesús les dice a los israelitas en el exilio que, aunque están empobrecidos, tristes y perseguidos, ahora son bendecidos porque Jesús está allí para sacarlos del exilio y del desierto y llevarlos a su Reino.
Jesús continúa explicando que los ciudadanos del Reino viven según la Ley de Dios. Al hacerlo, otros se dan cuenta de Dios y lo glorifican, de la misma manera que una luz brilla en un candelabro (Mateo 5:16). Este era el objetivo de la Ley original dada por medio de Moisés en el Éxodo: que Israel sería una luz para las naciones (Isaías 42:6).
Pero muchos obedecen la Ley para su propia gloria. Oran, ayunan y dan para ser vistos por la gente, en lugar de amar con un corazón sincero (Mateo 6:2). En lugar de buscar la aprobación humana, Jesús alienta a sus oyentes a confiar en que hay una recompensa en el cielo reservada para ellos (Mateo 6:20).
En su sermón de la montaña, Jesús nos muestra que Dios busca nuestros corazones, no solo nuestras acciones. Dice que la ira es como el asesinato y la lujuria como el adulterio (Mateo 5:28). Jesús apunta a nuestros corazones, a un lugar dentro de nosotros que la Ley, por sí sola, no podría alcanzar (Romanos 8:3).
Sin embargo, estas leyes están destinadas a ser vividas, no solo escuchadas. Oír y no hacer nada es construir sobre arena. Escuchar al Maestro, confiar y obedecer es encontrar un fundamento seguro (Mateo 7:24).
¿Dónde está el Evangelio?
Jesús dijo que había venido a cumplir la Ley. Esta es una buena noticia porque nadie la ha enseñado, entendido u obedecido a la perfección.
Jesús no solo nos dio la enseñanza correcta. Lo vivió en nuestro nombre. Amó a sus enemigos al morir por ellos (Romanos 5:8). Cuando fue perseguido en la cruz, oró: «Padre, perdónalos». Giró la mejilla cuando lo golpearon los guardias romanos (Mateo 27:30). A través de Jesús, somos guiados a esta nueva vida en el Reino.
Jesús señala dos caminos: el camino ancho y el camino angosto (Mateo 7:13). Hay muchas maneras de destruir nuestras vidas, pero solo una manera de restaurarlas. Y la buena noticia es que, a través de Jesús, podemos ser salvos. Jesús es nuestro camino angosto.
Jesús también es nuestra roca sólida. Poner fe en Jesús es encontrar la base más segura para hoy y para la eternidad: él es la verdadera sabiduría y obediencia.
El sermón de la montaña de Jesús termina cuando a muchos se les niega el acceso a su presencia solo por sus obras (Mateo 7:23). Acoge a aquellos a quienes conoce de verdad. Conocer a Jesús es nuestra base firme.
Compruébelo usted mismo
Que el Espíritu Santo abra tus ojos para ver al Dios que es un Padre perfecto en el cielo. Y que veas a Jesús como quien cumple la Ley y nos permite construir nuestras vidas sobre su obediencia.