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Profecías del fin de los tiempos
En Mateo 24-25, vemos que Jesús podía predecir la destrucción del templo porque cuando el templo de su cuerpo fue destruido en la cruz, hizo innecesario un templo terrenal. Ahora somos el templo de Dios, habitado por el Espíritu Santo.
¿Qué está pasando?
Jesús condenó y reprendió a los líderes religiosos del templo, lo que culminó con su declaración de que el templo pronto será destruido (Mateo 24:2).
Pero los discípulos pensaron que si el templo se estaba acabando, entonces el mundo también debía terminar. Le preguntan a Jesús cuándo sucederá todo esto (Mateo 24:3).
Jesús hace referencia a varias profecías que hablan de la destrucción del templo (Daniel 9:27). Sabía que dentro de una generación, el templo sería destruido, y fue en el año 70 d.C.
Pero Jesús luego aborda la pregunta de los discípulos sobre el fin del mundo. Si bien las señales y los indicadores predijeron el fin del templo, la venida de Jesús sería diferente.
Jesús instruye a sus discípulos a vigilar porque nadie sabe el día ni la hora. Cada día, deben actuar como si el maestro regresara.
Usando tres historias, Jesús dice cómo será su venida.
La historia de las vírgenes y sus lámparas enfatiza la importancia de esperar y observar el regreso de Jesús (Mateo 25:1). La historia de los siervos a los que se les confió oro debería llevarnos a trabajar hoy en vista de su venida (Mateo 25:14). Y la historia de las ovejas y las cabras debería motivarnos a sentir compasión por los necesitados, tal como Jesús tuvo compasión de nosotros (Mateo 25:32).
Las tres historias muestran el peso de las consecuencias. Para aquellos que no vigilan, hay llanto y crujir de dientes (Mateo 25:30). Pero para aquellos que esperan y se interponen en el camino de Jesús, hay una recompensa similar a un banquete eterno.
En lugar de una línea de tiempo, Jesús les da a sus discípulos una mentalidad. Él establece sus expectativas para lo que viene para que puedan vivir alertas y expectantes.
¿Dónde está el Evangelio?
El templo estuvo bajo la ira de Dios porque ya no cumplía su propósito. Pero Jesús cumplió perfectamente el propósito del templo en la cruz (Hebreos 9:11). Él completó todos los sacrificios que podían realizarse en el templo (Hebreos 10:12).
Más aún, el templo de Dios ya no es un edificio: son aquellos que ponen su fe en Jesús y están llenos del Espíritu (Efesios 2:21). ¡Estas son buenas noticias! Dios ya no habita en una casa a la que no podemos entrar. En cambio, Dios ha hecho su casa en los cuerpos de su pueblo.
Jesús usa la imagen de un banquete de bodas para representar su venida. Él es el novio y la Iglesia es su novia. Su muerte y resurrección unen nuestras vidas a las suyas para siempre (Efesios 5:25). Para quienes siguen a Jesús, es nuestra alegría esperar a que el próximo Novio nos reclame como su novia.
Nuestra esperanza no se basa en hacer lo suficiente mientras el maestro no esté. Por el contrario, nuestra ansiosa expectativa y esperanza por la llegada de nuestro rey cambia nuestras vidas para convertirlas en imágenes de aquel que tanto anhelamos.
Compruébelo usted mismo
Que el Espíritu Santo abra tus ojos para ver al Dios que es dueño del mundo y juzga en consecuencia. Y que veas a Jesús como el Rey que regresará en gloria.