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Aaron's Staff Buds
En Números 17-19, vemos que Jesús es el último sumo sacerdote cuya posición quedó demostrada en el momento de su resurrección de la tumba sin vida.
¿Qué está pasando?
Israel está sumido en el caos. Tanto los levitas como las 12 tribus se han rebelado, lo que ha provocado 250 muertos frente al tabernáculo y 14.700 muertos en el campamento.
La gente está empezando a sentir la realidad de lo que significa vivir cerca del único, verdadero y santo Dios como pecadores. Escuche su clamor colectivo registrado en las 17:13, «Todo el que se acerque al tabernáculo del Señor morirá. ¿Vamos a perecer todos?»
Para que Dios continúe viviendo entre su pueblo, tendría que haber un amortiguador entre las personas con su pecado y Dios con su santidad. Para eso estaban los sacerdotes.
Dios confirma públicamente a Aarón, a sus hijos y a su tribu de levitas como el único grupo de representantes que había elegido para trabajar alrededor y en el tabernáculo de su presencia (17:5). Para ello, hace que broten flores milagrosamente del bastón de Aarón, mientras que el bastón de los otros 12 líderes de la tribu permanece sin vida (17:8).
Dios está reafirmando su compromiso con los levitas, que sería muy necesario después de tanta rebelión y muerte.
Otra cosa que se necesitaría después de toda esta muerte es una forma de limpiar el campamento de todos los cadáveres. Pero no pueden tocar los cadáveres sin quedar impuros (19:11).
Así que Dios ofrece una solución. Una vaca roja fue sacada de la ciudad y sacrificada como ofrenda por el pecado (19:2). Las cenizas de esta vaquilla se mezclaron con agua para crear una solución limpiadora. Esta mezcla se podía rociar sobre las personas y sus casas para purificarlas después de entrar en contacto con la muerte (19:12).
¿Dónde está el Evangelio?
Dios eligió a Aarón como su mediador. La prueba estaba en que brotó un capullo de un bastón sin vida. Pero Dios finalmente eligió a Jesús como el mediador final. Y la prueba fue el hecho de que su cuerpo brotó de la tumba sin vida (Hechos 17:31).
Ahora tenemos una respuesta completa y definitiva a la pregunta que hizo Israel en el pasaje. Todos los que se acercan a Dios mueren. ¿Vamos a perecer todos? La respuesta ahora es un rotundo «¡No!» a todos los que pongan su confianza en lo que Jesús hizo por ellos en la cruz (Heb 4:16).
Al igual que la mezcla de agua y las cenizas de la vaquilla, el Nuevo Testamento nos dice que cuando creemos en Jesús somos rociados con la sangre de nuestra última ofrenda por el pecado: Cristo mismo (Heb 10:22).
Esto no solo elimina la impureza de la muerte como la vaca, sino que elimina la muerte misma. Aquellos que hayan sido rociados con esta nueva y mejor solución resucitarán como Cristo resucitó (Romanos 8:11). Brotarán resucitados de la tumba tal como lo hizo Jesús. Vencirán a la muerte a causa del Evangelio.
Compruébelo usted mismo
Rezo para que el Espíritu Santo les dé ojos para ver al Dios que designa a los mediadores para que actúen en nuestro nombre, y para que vean a Jesús como el mediador final y eterno que nos permite vivir para siempre en la presencia de Dios sin temor a la muerte.