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Zaqueo y el reino de Dios
En Lucas 17-19:27, Jesús explica que si nosotros, como Zaqueo, confiamos en su mensaje y en su cuerpo crucificado, nuestro pasado no contará en nuestra contra y entraremos en su reino.
¿Qué está pasando?
Los fariseos quieren saber cuándo llegará el reino de Dios (Lucas 17:20). Jesús no da una respuesta directa. Da a entender que Dios librará a los fieles de la destrucción cuando se revele al Hijo del Hombre (Lucas 17:30). Así como Noé fue salvado por el arca (Lucas 17:26), los discípulos se preguntan adónde pueden ir para escapar de la destrucción. De manera críptica, Jesús dice que su arca será un cadáver (Lucas 17:37). Los fieles se salvarán cuando sean llevados a un cuerpo.
Los discípulos se preocupan por lo que esto pueda significar. Jesús anima a sus discípulos a orar y a no desanimarse. Dios los rescatará. Pero Jesús luego se pregunta en voz alta: «Sin embargo, cuando el Hijo del Hombre venga, ¿encontrará fe en la tierra (Lucas 18:8)?»
Luego, Lucas superpone una historia tras otra para mostrarnos las parábolas y los encuentros de Jesús sobre las personas improbables que encontrarán el reino de Dios. Un leproso samaritano, una viuda, dos recaudadores de impuestos, un ciego y un grupo de niños ruidosos son modelos de personas fieles que entrarán en el reino de Dios. Pero el personaje que más se parece a los fariseos —un joven gobernante rico y moral— prefiere el dinero antes que seguir a Jesús (Lucas 18:24). El punto es simple: la fidelidad no se encuentra donde los fariseos esperan.
Jesús termina esta conversación sobre el reino de Dios con una parábola. Un amo deja sus bienes a sus siervos mientras hereda un nuevo reino lejano. Cuando regresa, descubre que sus siervos fieles han invertido sabiamente su dinero mientras que los infieles lo enterraban, sin imaginar que podría crecer.
Los siervos infieles son los fariseos. Se quejan bajo el generoso gobierno de su amo (Lucas 19:14). Les molesta el hecho de que la generosidad del maestro esté siendo dada a personas que consideran indignas (Lucas 19:25). Al igual que el hermano mayor de la historia del hijo pródigo, les disgustaba que personas como Zaqueo pudieran recibir la misericordia de Dios (Lucas 19:7). Jesús promete que personas como ellos serán destruidas.
¿Dónde está el Evangelio?
Las consecuencias de no ser fiel cuando el Hijo del Hombre regrese son desastrosas (Lucas 19:27). Al igual que el incendio que destruyó Sodoma o el diluvio de Noé, el juicio es ineludible. Nuestra única esperanza es que nos alejen de él. Al igual que los discípulos, debemos preguntarnos: «¿A dónde podemos ir?»
Jesús responde a nuestra pregunta con buenas noticias, aunque no lo parezcan. «Donde haya un cuerpo, los buitres se reunirán (Lucas 17:37)». Jesús no está hablando de los hábitos de las aves rapaces. Está hablando de adónde podemos ir para escapar del juicio. Está hablando de su muerte y de su cuerpo.
Jesús les dijo a los fariseos que antes de que llegara el reino, el Hijo del Hombre moriría (Lucas 17:25). Antes del diluvio, se construyó un arca y, antes del juicio de Dios, se construirá una cruz. Jesús explica que la manera de escapar del juicio y entrar en su reino no es confiando en la ingeniería de un barco, sino confiando en que la muerte de Jesús nos protegerá del juicio de Dios. Si renunciamos a todo lo que tenemos como Zaqueo, corremos hacia Jesús como niños y pedimos misericordia como un ciego, seremos salvos.
Compruébelo usted mismo
Que el Espíritu Santo abra tus ojos para ver al Dios que juzga el orgullo de los fariseos. Y que veas a Jesús como el que muere para rescatarnos del juicio.