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El canto de la sabiduría
En Job 28, como no se puede encontrar en la tierra una respuesta coherente a nuestro sufrimiento, la sabiduría de Dios desciende a la tierra en la persona de Jesús.
¿Qué está pasando?
Job y sus amigos han estado debatiendo sobre cómo operan Dios y el mundo. Buscan una forma coherente de entender la justicia de Dios, nuestro sufrimiento y nuestra inocencia. En resumidas cuentas, buscan sabiduría. Buscan una respuesta razonable que explique por qué el mundo es como es. Esa búsqueda de la sabiduría se hace explícita con una canción sobre la fuente de la sabiduría.
En tiempos de Job, la tecnología humana permitía cavar en las profundidades de la tierra y extraer gemas preciosas (Job 28:6). Para Job, la minería representaba la frontera más lejana del ingenio y las posibilidades humanas. Y, en particular, la minería sacaba a la luz cosas ocultas (Job 28:11).
Pero por muchas minas que hayan excavado los humanos, la sabiduría nunca ha sido excavada (Job 28:12-13). Job imagina las profundidades de la tierra, sabiendo que la sabiduría no se puede extraer (Job 28:14). El fondo del océano nos dice que busquemos en otra parte (Job 28:14). Y a pesar de todo lo que puede hacer el dinero, no puede comprar la sabiduría (Job 28:15). En la tierra, la sabiduría es perpetuamente elusiva (Job 28:20).
Pero Dios sabe dónde se esconde la sabiduría (Job 28:23). Él ve toda la tierra, y no sólo lo hace desde lo alto (Job 28:24). Dios ve la tierra como su Creador y Fundador. Él determinó el peso del viento y estableció las leyes y fuerzas que rigen las gotas de lluvia y los rayos (Job 28:25-26). Dios conoce el funcionamiento del mundo y comprende la forma coherente en que encajan todas las partes de su universo (Job 28:27).
La canción finaliza diciéndonos que, si queremos conocer la sabiduría, debemos obedecer, confiar y temer a Dios (Job 28:28).
¿Dónde está el Evangelio?
El capítulo 28 marca un punto de inflexión en el libro de Job. Se ha demostrado que el Acusador estaba equivocado, pero el desafío de Job (que es mala política que los justos sufran porque socava la justicia de Dios) sigue sin respuesta. La colocación de este canto de sabiduría al final de los argumentos de Job deja claro que la sabiduría aún no ha sido escuchada.
Pero lo más importante es que esta canción señala que la respuesta a cómo funciona el mundo no se encuentra en la justicia de Dios, sino la sabiduría de Dios. Las rígidas políticas celestiales no responderán a las preguntas de Job sobre la justicia, la inocencia y el sufrimiento. Pero la sabiduría de Dios sí lo hará.
El libro de Job continuará desarrollando la respuesta de la sabiduría respecto a nuestro sufrimiento, pero por ahora podemos alegrarnos de que la sabiduría que los mayores actos de ingenio humano no pueden encontrar, se encuentra en Jesús (Colosenses 2:3).
Puesto que no se puede encontrar una respuesta coherente a nuestro sufrimiento sobre o bajo la tierra, la sabiduría de Dios desciende a la tierra en la persona de Jesús. En él empezamos a comprender cómo se unen la inocencia, el sufrimiento y la justicia. El apóstol Pablo dice que la cruz, donde Jesús sufre como un hombre inocente por la justicia que merecemos, es en realidad el epítome de la sabiduría de Dios (1 Corintios 1:23-24). En otras palabras, el mundo funciona según la sabiduría de Jesús. Las respuestas coherentes a nuestras preguntas sobre por qué sufrimos, a quién se recompensa y por qué se castiga a algunos se encuentran en la confianza en la voluntad de Jesús de sufrir por pecados que no son culpa suya y de darnos recompensas que no merecemos.
Esta no es la respuesta clara que normalmente buscamos para entender por qué sufrimos. Pero debería bastar para confiar en que Dios no anda por ahí con un látigo buscándonos para castigarnos. El mundo de Dios se rige por una extraña sabiduría que permite que las personas culpables sean perdonadas y recompensadas, basándose en el sufrimiento del inocente que creó el mundo.
Compruébalo tú mismo
Que el Espíritu Santo abra tus ojos para que veas al Dios que gobierna el mundo con sabiduría. Y para que veas a Jesús como la sabiduría de Dios hecha carne.