2 Tesalonicenses 1-2

¿Qué está pasando?

Pablo comienza su segunda carta a los tesalonicenses con una oración. Da gracias a Dios por la fe y el amor crecientes que los tesalonicenses tienen unos hacia otros, así como por su resistencia ante una persecución intensa (2 Tesalonicenses 1:1-4). Pablo dice que estas virtudes son prueba de que son miembros del Reino de Dios y que Dios llevará ante la justicia a aquellos que los molesten y los persigan (2 Tesalonicenses 1:4-7). Pronto Jesús aparecerá y juzgará a quienes lastimen al pueblo de Dios. Ese día, todos los que se rebelen contra el Rey Jesús serán excluidos del Reino eterno de Dios (2 Tesalonicenses 1:8-10). Con esto en mente, Pablo ora para que Dios dé fuerza y poder a los tesalonicenses para que permanezcan fieles hasta que Jesús regrese y dé a su pueblo la vida eterna (2 Tesalonicenses 1:11-12).  

Sin embargo, muchos en Tesalónica estaban convencidos de que Jesús ya había regresado (2 Tesalonicenses 2:1). Ansiosos, temían que sus persecuciones actuales fueran prueba de que se habían perdido la justicia de Dios o, peor aún, de que el regreso victorioso de Jesús no era tan poderoso como esperaban (2 Tesalonicenses 2:2). Pero Pablo les dice que, el día que Jesús regrese, será tan evidente que no tendrán que preocuparse de perdérselo. Luego les recuerda todo lo que les enseñó mientras los ayudaba a establecer su iglesia (2 Tesalonicenses 2:3-9). Cuando Jesús regrese, juzgará a todos sus perseguidores, condenará sus mentiras y rescatará a su pueblo de su sufrimiento para siempre (2 Tesalonicenses 2:10-12). Sus persecuciones no son prueba de que Dios los dejó atrás, sino prueba de que Dios todavía no ha vuelto. Contra lo que se esperaría, su sufrimiento debería reconfortarlos porque significa que Jesús todavía está en camino.

En vez de preguntarse ansiosamente si se han perdido el regreso de Jesús, los tesalonicenses deben perseverar porque Dios los ama y ha enviado al Espíritu Santo para fortalecerlos a fin de que compartan el Reino eterno de Dios cuando llegue (2 Tesalonicenses 2:13-17).

¿Dónde está el evangelio?

Los hechos acerca del regreso de Jesús siempre son fascinantes. Y algunos de estos pasajes en Tesalonicenses son de los más debatidos de toda la Biblia. Algunas personas piensan que estos pasajes se refieren a acontecimientos que ocurrieron hace mucho tiempo, cuando Dios destruyó el templo de Jerusalén en el año 70 d. de C. Otros creen que estos pasajes se harán realidad algún día en el futuro, cuando Jesús regrese definitivamente. Pero, sin importar cuál sea tu opinión, la buena noticia es la misma. No tenemos que preocuparnos de que nuestro sufrimiento sea prueba de que nuestros perseguidores van a ganar, de que Dios nos ha olvidado o de que nos perdimos el glorioso regreso de Jesús. Dios ha planeado que los creyentes en Jesús que sufren compartan su gloria para siempre (2 Tesalonicenses 2:14). Nuestras persecuciones no son prueba de que nos hayamos perdido los planes de Dios o que nos hayamos quedado atrás. Más bien, nuestros sufrimientos nos recuerdan que existe un futuro día de la justicia y la vindicación que está en camino. Y cuando Jesús venga, será evidente. No necesitamos temer ni estar ansiosos. Dios está de nuestro lado, Jesús está en camino y vendrá pronto.

Compruébalo tú mismo

Oro para que el Espíritu Santo abra tus ojos y veas al Dios que juzgará en nombre de su pueblo. Y que veas a Jesús como aquel que vendrá pronto.