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Vanidad de vanidades
En Eclesiastés 1, vemos que Dios se vuelve sólido en un mundo de humo. Jesús nos ofrece una salida del sinsentido que experimentamos.
¿Qué está sucediendo?
El libro de Eclesiastés es un libro de sabiduría. La sabiduría del Predicador revela que todo lo que hay debajo del sol, todo lo que hay en este mundo, "carece de sentido", es "inútil" o “vano”. Es el punto central de todo el libro y de las primeras y últimas palabras de la enseñanza del Predicador (Eclesiastés 1:2; 12:8). Una y otra vez imagina que todo es “vanidad”, o en vano, como “correr tras el viento”. Tan pronto tratamos de agarrarlo, se escapa de nuestras manos.
La palabra hebrea que usa el Predicador a veces se traduce como “humo”. Al igual que el viento, el humo parece ser sólido, pero tan pronto nos acercamos a él, desaparece. Esta es la conclusión del Predicador acerca de la vida: Nada en esta vida es tan sólido como pensamos. Y entre más tratamos de agarrarlo, más fácilmente se escapa.
El Predicador demuestra esto al describir cómo el sol, el viento y los mares son totalmente indiferentes al esfuerzo humano (Eclesiastés 1:5). Incluso nuestros esfuerzos por innovar, cambiar y liderar son solo repeticiones (Eclesiastés 1:9). Todo se ha hecho antes y todo se volverá a hacer (Eclesiastés 1:11).
La sabiduría del Predicador es simple: Cuanto más intentan los humanos aferrarse a las cosas “sólidas” bajo el sol (como el amor, el dinero, el poder o la justicia), más se convierten en humo y viento (Eclesiastés 1:4). Y en última instancia, todo en nuestras vidas es como el viento, porque lo único sólido es la muerte (Eclesiastés 1:4, 11). Sea lo que sea a lo que nos aferremos en esta vida, no podremos llevárnoslo con nosotros.
No es el pesimismo o la depresión del Predicador lo que colorea su punto de vista. Es la sabia conclusión de una vida dedicada a experimentar todo lo que el mundo tiene para ofrecer y darse cuenta de que todo resulta insuficiente (Eclesiastés 1:16).
¿Dónde está el Evangelio?
A primera vista, esto puede sonar como una mala noticia. Pero el Predicador nos está dando verdadera (aunque dolorosa) sabiduría sobre la vida en la Tierra. La vida bajo el sol está llena de cosas que parecen ser sólidas, pero que resultan ser como el humo. E incluso si algo parece sólido por un tiempo, la muerte siempre revela su vanidad.
La meta del Predicador es que confiemos menos en el mundo y más en Dios (Eclesiastés 12:13). Y la buena noticia de Eclesiastés es que Dios no es como el humo o el viento. Sus mandamientos son sabios y su juicio sobre una buena vida es sólido (Eclesiastés 12:14).
Y esta verdad se ve finalmente en Jesús. En Jesús, la sabiduría de Dios se vuelve sólida en un mundo de humo.
La sabiduría de Dios lucha contra lo más sólido que el Predicador conocía: la muerte. Por un momento, la muerte de Jesús parece ser solo otro ejemplo de algo que pensábamos que era sólido, pero que resultó ser viento. Pero cuando Jesús resucita de entre los muertos, demuestra que Dios es lo único sólido en un mundo de futilidad y muerte. Es por eso que Pablo se refiere a la muerte de Jesús como el poder y la sabiduría de Dios (1 Corintios 1:23-24).
Escapamos de la futilidad de la muerte y resucitamos a “una herencia que no se puede destruir, contaminar o marchitar” (1 Pedro 1:4). En la resurrección de Cristo encontramos prueba de que la sabiduría de Dios no se desvanecerá cuando la agarremos y esperanza de que vivir según su sabiduría no es en vano, sino de significado y trascendencia eterna.
Compruébalo tú mismo
Que el Espíritu Santo abra tus ojos para que veas a un Dios sólido en un mundo de humo. Y que veas a Jesús como quien asegura una resurrección sólida, imperecedera e inmarcesible por su muerte.