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Jesús siempre madura a su pueblo
En Colosenses 4:7-18 vemos que en Jesús estamos madurando, día a día y paso a paso, hasta convertirnos en la imagen de Jesús.
¿Qué está pasando?
El apóstol Pablo termina su carta a los colosenses con varios mensajes personales que sirven para enfatizar tres puntos que hizo anteriormente.
Unos versículos atrás, Pablo les dijo a los esclavos que sirvieran voluntariamente como si estuvieran sirviendo a Jesús. Y les dijo a los amos que recordaran que son esclavos de su Maestro, Dios (Colosenses 3:22-4:1). Entonces, Pablo presenta a su compañero de trabajo, Tíquico, y a un esclavo fugitivo llamado Onésimo (Colosenses 4:7-9). La iglesia de Colosas se reunía en la casa del maestro de Onésimo, y sus miembros estaban al tanto de que Onésimo se había dado a la fuga (Filemón 1-2). Sin embargo, Pablo le dice a la iglesia que dé la bienvenida a Onésimo como hermano, incluso cuando Onésimo regresa voluntariamente como esclavo (Colosenses 4:9). En esta introducción, Pablo prepara a la iglesia de Colosas para practicar el difícil amor familiar en una relación que de otro modo exigiría represalias.
Anteriormente, Pablo hizo todo lo posible para demostrar que no había una manera judía y una manera gentil de complacer a Dios. Todas las personas están unidas como creaciones de Dios, y a todas únicamente las salva Jesús (Colosenses 3:10). En consecuencia, Pablo menciona los nombres de tres judíos y tres griegos, colegas suyos, y registra sus saludos (Colosenses 4:10-11, 12-14). Esta lista de seis nombres les recuerda a los colosenses que son parte del plan de Jesús para unir a todas las personas en su salvación (Colosenses 3:11).
A lo largo de su carta, Pablo enfatiza la necesidad que tienen los colosenses de madurar en las enseñanzas de Jesús. Al profundizar en el mensaje de Jesús, Pablo sabe que los colosenses experimentarán la plenitud de Dios y reflejarán la vida de Jesús (Colosenses 2:6-3:17). Entonces, Pablo destaca a Epafras, el fundador de la iglesia de Colosas. Epafras viajó para visitar a Pablo en prisión, tanto para animarlo como para pedirle consejos acerca de su iglesia. Durante ese tiempo, Pablo vio el profundo amor de Epafras por los colosenses y cómo oraba fervientemente para que maduraran en su dedicación a Jesús (Colosenses 4:12-13). Como apóstol, Pablo compartía esta responsabilidad (Colosenses 1:28-29). Y mencionar la oración de Epafras por su madurez es una manera efectiva tanto de concluir su carta como de recordarle a los colosenses que necesitan profundizar en la verdad y vida de Jesús.
¿Dónde está el Evangelio?
Un seguidor maduro de Jesús acepta que su salvación se debe únicamente a Jesús, y ama de forma sacrificial aun cuando podría estar en su derecho de exigir retribución. Estas son lecciones difíciles de aplicar, pero el libro de Colosenses termina con esperanza: la esperanza de que es posible madurar como seguidor de Jesús.
Podemos tener la esperanza de que maduraremos en nuestra piedad debido a todo lo que Pablo escribió antes de estos mensajes personales. La plenitud del poder de Dios vive en nosotros (Colosenses 2:9-10). Las partes viejas, muertas y pecaminosas de nuestro ser han sido clavadas en la cruz (Colosenses 2:12-13). Estamos completamente perdonados de nuestras malas acciones pasadas. Y la vergüenza que deberíamos sentir al enfrentar nuestros pecados ha sido desarmada, ya que en Jesús nuestras humillaciones se convertirán en momentos de resurrección (Colosenses 2:15).
En Jesús, estás madurando día a día y paso a paso, a su imagen (2 Corintios 3:18). Ten seguridad de ti mismo, pues cada vez que recuerdas lo que Jesús ha hecho por ti, maduras. Ya no eres la misma persona de antes. Incluso si sientes que nada ha cambiado y que eres la misma persona de tres años atrás, eso no es cierto. Si mantienes tu mirada fija en Jesús, él promete hacerte madurar.
Compruébalo tú mismo
Ruego para que el Espíritu Santo abra tus ojos para que veas al Dios que nos transforma. Y que puedas ver cómo Jesús te hace madurar en su imagen cada vez que recuerdas lo que ha hecho por ti.