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Caminando en la luz
En 1 Juan 1:5-2:11, vemos que la luz de Dios se vio más claramente en la muerte sacrificial de Jesús en la cruz.
¿Qué está pasando?
Juan dice que el Evangelio de Jesús se puede resumir de esta manera: «Dios es luz; en él no hay oscuridad alguna» (1 Juan 1, 5). Así como la luz dio vida el primer día de la creación y la luz da vida a cada planta verde, Jesús trae la luz y la vida de Dios incluso desde la tumba (Génesis 1:3). Al igual que la columna de fuego guió a Israel a través de noches oscuras en el desierto, Jesús nos guía por su Espíritu (Éxodo 13:21). Así como la luz juzga y expulsa las tinieblas, Jesús juzga y expulsa al diablo y su maldad (1 Juan 3:8; Colosenses 2:13). Y un día, el brillo de la luz de Dios incluso absorberá la noche real (Apocalipsis 22:5). El mensaje «Dios es luz» es la eterna buena noticia de Jesús resumida en tres palabras.
Pero Juan también dice que la buena noticia de que «Dios es luz» es un mandamiento que debe obedecerse (1 Juan 2:7). El mandamiento es que debemos amarnos unos a otros como Jesús nos ha amado (1 Juan 2:10; Juan 13:34). Como el fuego en el desierto o el sol en el cielo, esta buena noticia y este buen mandamiento nos llevarán a la vida (1 Juan 2:10).
Sin embargo, varios miembros de la comunidad de Juan afirmaron ser miembros de la luz, aunque se odiaban unos a otros (1 Juan 1:6). Juan dice que esto es una contradicción y una mentira evidente. Los verdaderos miembros de la luz, caminen en la luz (1 Juan 1:8). Las personas transformadas por la buena noticia de que «Dios es luz» actuarán de esa manera. Estos mentirosos están tan obscurecidos por su autoengaño que llaman amor a su odio (1 Juan 1:9, 11). Y mientras los mentirosos se ocupan de esconder su oscuridad bajo el disfraz de la luz, los cristianos confiesan libremente su oscuridad porque conocen la luz (1 Juan 1:10). Saben que el perdón se ha comprado con la sangre de Jesús y están dispuestos a acercarse a él (1 Juan 2:2). Juan dice que quienes caminan hacia la luz, incluso si pecan, son verdaderamente el pueblo de Dios y serán perdonados (1 Juan 2:3, 6). Pero aquellos que se nieguen a admitir su oscuridad y pretendan estar en la luz, pronto quedarán cegados por la misma luz que niegan (1 Juan 2:11).
¿Dónde está el Evangelio?
La buena noticia es que Dios es luz y en él no hay oscuridad alguna. La luz de Dios ha llegado a nosotros en Jesús. Jesús es la luz del mundo (Juan 8:12). Y al igual que el fuego que guió a Israel por el desierto, el Espíritu de Jesús siempre nos enseña adónde ir (Juan 14:16). Jesús ha vencido tanto nuestra maldad como la del mundo con su muerte amorosa y sacrificial (1 Juan 2:2).
Pero, ¿cómo sabemos que estamos en la luz? ¿Cómo sabemos realmente que estamos en la vida de Dios? Juan dice que la seguridad viene cuando nos amamos unos a otros. El amor mutuo es la forma en que sabemos que pertenecemos a Dios y experimentamos la plenitud del amor y la luz de Dios (1 Juan 2:5). La luz de Dios se vio con mayor claridad en el amor de Jesús en la cruz, por lo que tiene sentido que experimentemos con mayor claridad nuestra seguridad al vivir y amar como Jesús.
Y lo hermoso es que, incluso cuando no amamos, si confesamos nuestro pecado a Dios, en quien no hay oscuridad, podemos esperar plenamente la luz de su perdón. Gracias a Jesús tenemos un ejemplo que seguir, pero también tenemos un abogado ante Dios que ha encubierto nuestros pecados, nos ha quitado nuestra culpa y hace brillar la luz de su amor sobre todos los que lo piden.
Compruébelo usted mismo
Que el Espíritu Santo abra tus ojos para ver al Dios que es Luz. Y que veas a Jesús como nuestro sacrificio expiatorio que cubre todos nuestros pecados.