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devocional

Semana Santa

Sábado Santo

El Sábado Santo recuerda el día en que Jesús descansó en su tumba.

Hace 1600 años, los cristianos comenzaron a llamar «Semana Santa» a los últimos días de la vida de Jesús. El Sábado Santo recuerda el día en que Jesús descansó en su tumba.

Sabemos relativamente poco acerca de lo que ocurrió durante el día en que Jesús fue sepultado en su tumba. Sabemos que era un día de reposo, un día de descanso para los judíos fieles. Y sabemos que los líderes religiosos tenían miedo. Jesús había afirmado que resucitaría de entre los muertos al tercer día (Mateo 27:62-63). Les preocupaba que los discípulos de Jesús trataran de robar su cuerpo y fingir que había resucitado de entre los muertos, lo que empeoraría sus problemas. Así que le pidieron al gobernador romano que pusiera guardias en la tumba de Jesús para evitar cualquier falsa resurrección (Mateo 27:64-65). No se sabe mucho más sobre lo que ocurrió ese sábado en particular.

Y eso podría ser parte de la importancia de este día. Jesús está muerto porque se supone que no pasará nada. No hay más milagros que hacer, no hay más leyes judías que cumplir, no hay más pecados que expiar y no hay más poderes para luchar. En la cruz, Jesús dijo: «Consumado es» (Juan 19:30). Todo lo que Jesús vino a hacer, lo hizo. Así que, sin nada más que hacer, y como todos los demás buenos judíos, Jesús descansó. Como mínimo, esto significa que nosotros también podemos descansar. Si Jesús descansó sabiendo que no había nada más que hacer para salvar a su pueblo, podemos descansar sabiendo que Jesús ha hecho todo lo posible para convertirnos en su pueblo.

Uno de los antepasados de Jesús, el rey David, escribió: «... mi corazón se alegra y mi lengua se regocija; mi cuerpo también descansará en la esperanza, porque no me abandonarás en el reino de los muertos, no dejarás que tu fiel vea la decadencia» (Salmo 16:9-10). Dios le había prometido una vez a David que su dinastía duraría para siempre, e incluso después de que descansara en la muerte, Dios resucitaría a uno de sus hijos para que gobernara al pueblo de Dios para siempre (2 Samuel 7:12-13). David confiaba en que Dios preservaría, protegería y mantendría a su dinastía incluso después de la muerte. Sabía que su muerte no sería el fin de su dinastía ni de las promesas de Dios.

El Sábado Santo es un día de luto, pero no un día sin esperanza. El día de Jesús en la tumba nos recuerda que todos conoceremos la muerte. Veremos la muerte de nuestros seres queridos. Con el tiempo, todos nos dormiremos por última vez. Pero el Sábado Santo es una buena noticia porque Jesús anuncia que la muerte nunca es más que una siesta. En Jesús, la muerte es un día de descanso antes del amanecer de una nueva creación y un descanso muy necesario antes de una nueva era de vida renovada y resucitada.

Por eso rezo para que en este Sábado Santo aceptes que la muerte de Jesús demuestra la profundidad de las promesas de Dios. No hay nada que puedas hacer para añadirles nada, porque Dios puede resucitarnos incluso de nuestras tumbas.

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